La historia de la comunidad LGBTIQ+ está llena de momentos de exclusión, rechazo, odio y discriminación por el simple hecho de vivir su identidad de género u orientación sexual. A la actualidad, a nivel mundial, todos gozamos de los mismos derechos, no obstante, aún existen países como el nuestro, en el cual no se ejerce ni se respeta dichos derechos, especialmente, en temas laborales.
Junio es reconocido mundialmente como el mes del Orgullo LGBTIQ+, donde se realizan multitudinarias marchas, eventos y festejos; aunque, el mes del orgullo no es solo celebración, es enseñarle a la sociedad las necesidades y problemas que enfrentan por su exclusión en el día a día.
En una encuesta elaborada a través del INEI (2017) el 37.3% no trabaja y el 61.8% declaró que trabajan, pero si bien se encuentran trabajando, el 33% indica que no le pagaron lo que le prometieron, el 30.8% le hicieron trabajar día y noche y el 24.9% fueron amenazados y/o agredidos física o verbalmente.
Asimismo, en el mismo sondeo el 63% de participantes manifestaron haber sido víctimas de algún acto de exclusión y/o violencia. Los escenarios donde ocurrieron estos hechos, han sido principalmente en el ámbito educativo (57,6%) y otro fue en el ámbito laboral (20.9%). En cuanto a los agresores, el 55.8% son los compañeros/as de escuela, el 32.7% funcionarios públicos y el 17.4% jefes/compañeros de trabajo.
Por otro lado, en una encuesta elaborada por IPSOS (2019), los peruanos consideran que los de la comunidad LGBTIQ+ son excluidos en un 71%, también se mostró la discriminación que sufre la comunidad en el ámbito laboral: ante la pregunta de si contratarían a una persona trans u homosexual, el 37% y 30%, respectivamente, dijo estar poco o nada dispuesto a hacerlo.
En este sentido, los procesos de exclusión contra la población LGBTIQ+ ocasionan que las relaciones sociales de dicha comunidad se establezcan dentro de parámetros de desigualdad, incluso en las escuelas y los lugares de trabajo, afectando la calidad de vida de los mismos. En consecuencia, los miembros de la comunidad LGBTIQ+ que sufren de estas acciones reflejan un menor desarrollo de capacidades, menor nivel de educación, menor productividad e innovación, menores ingresos, mayor pobreza, menor participación laboral y menor aprovechamiento de talento.
Finalmente, se dice que una buena educación es el motor que hace avanzar una sociedad y disminuir las desigualdades entre quienes la conforman, por lo mismo, es de vital importancia que las escuelas mantengan una cultura de respeto a los derechos humanos, libre de agresiones o conductas que perjudiquen a cualquier persona con base en su orientación sexual y/o identidad de género. Del mismo modo, es muy necesario que las empresas e instituciones de trabajo generen climas laborales inclusivos mediante ambientes de respeto, tolerancia, confianza, empatía, para que de ese modo el empleado que es parte del colectivo LGBTIQ+ se sienta cómodo, valorado y seguro en su lugar de trabajo, lo que a su vez mejorará su rendimiento profesional.
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