La inseguridad alimentaria es un punto débil que afecta nuestra economía, si bien por más de 20 años hemos tenido estabilidad económica, pero este tipo de situaciones no nos dejan avanzar. Con el COVID-19, todo se salió de control, los precios de los productos de primera necesidad eran altos, existía escasez de ciertos productos y por las medidas de bioseguridad implementadas muchas personas perdieron su actividad económica, estos factores principalmente nos condujeron al crecimiento de la inseguridad alimentaria en nuestro País.
El incremento de la inseguridad alimentaria, se dio a causa del alto nivel de desempleo; según el INEI nos indica que el precio de la canasta básica de alimentos para una persona era de S/. 201 mensuales y S/.408 mensuales para una familia de 4 miembros, con un salario mínimo que era de S/. 930, pero no todos ganaban ese salario; los que son empleados formales, reciben igual o mayor con respecto al salario mínimo referencial, para poder vivir de manera adecuada. Como observamos en nuestro país, casi el 72.7% de la PEA labora de manera informal y estos viviendo en condiciones económicas deterioradas.
¿Por qué hasta el día de hoy seguimos con este problema?
Según el índice Global del Hambre (2020); indica que el Perú tuvo un gran retroceso de casi 7 años en la lucha contra el hambre, esto a causa del COVID-19 de alguna manera las regiones de la sierra se vieron menos afectadas a comparación de las otras.
Si bien hay otros factores que contribuyeron de manera negativa; fueron la crisis política y el contexto internacional, que habían afectado la capacidad adquisitiva de la población e incrementan el nivel de desempleo.
Por otro lado, se han venido implementado políticas económicas por el Estado, como la entrega de bonos a las familias de pobreza y extrema pobreza, Qali Warma, apoyo a las ollas comunes, entre otros programas sociales que han contribuido a mejorar las condiciones de vida de la población afectada.