Para alcanzar el éxito en plena revolución digital, es necesario mucho más que disponer de un capital considerable o un producto destacado. El inicio del éxito se origina en el conocimiento, y es a partir de este donde se planta la semilla para poder generar ingresos, poder, libertad y desarrollo en diferentes ámbitos.
Así, la economía del conocimiento es una de las principales fuentes de valor añadido. Esto es debido a que aporta ventajas a otra serie de bienes y servicios.
¿Qué sectores integra la economía del conocimiento?
Dicha economía integra una serie de sectores que, debido a su actividad, forman parte de dicho sector económico. En este sentido, sectores que son muy vanguardistas, así como otros que son más tradicionales. Sin embargo, todos guardan relación en el sentido de que se encargan de transformar intangibles en tangibles.
Economía del conocimiento y economía naranja
La economía naranja hace referencia a una economía cultural, donde las ideas se convierten en un tangible con valor añadido. En este sentido, la economía naranja se centra, tal y como indica el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en una economía que se centra, única y exclusivamente, en el sector cultural y creativo.
Sin embargo, la economía del conocimiento no solo abarca la economía naranja, sino que presenta otras muchas actividades que están muy integradas en la economía. En esta línea, nos estamos refiriendo a actividades que, como el tratamiento de datos, se convierten en una herramienta de gran utilidad. Así, podríamos decir que la economía naranja es parte de la economía del conocimiento, pues esta abarca todo ello.
Objetivos de la economía del conocimiento
Entre los objetivos que persigue la economía del conocimiento podemos destacar varios aspectos. Aspectos como la innovación, la mejora, la evolución, son algunos de estos objetivos que hacen de la economía del conocimiento un estudio muy necesario. Gracias a este sector económico, la economía ha ido pudiendo desarrollarse de forma constante. Estos sectores son sectores que están en continua evolución, por lo que los intangibles que extraen generan un valor añadido a la sociedad.
En esta línea, los smartphones, la inteligencia artificial, la robótica, todo lo relacionado con este aspecto, ha sido posible gracias a la economía del conocimiento. Si no es por la innovación que esta genera, muchos de los grandes avances que se han ido produciendo a lo largo de la historia no habrían sido posibles. Especialmente si tenemos en cuenta que la educación es uno de los sectores principales dentro de esta economía. Una educación que, de no haber contado con ella, no podríamos hablar de desarrollo humano.
Economía del conocimiento y competitividad
En la economía del conocimiento, la innovación y la competitividad van de la mano, porque su implementación deriva en la creación de más puestos de trabajo con cualificaciones altas y amplias mejoras en el bienestar social.
Es así como ambos términos son interdependientes, debido a que no puede existir innovación sin la competitividad, ni un marco competitivo sin la innovación.
Es por ello que la economía del conocimiento tiende a una mayor división y especialización del trabajo. Haciendo que el conocimiento en materias específicas sea el propulsor de nuevas ideas.
Este factor provoca que las personas mejor formadas puedan optar a mayor cantidad de oportunidades de empleo de calidad. Esto dará lugar nuevamente a aumentos en la productividad de las empresas, ya que éstas verán la innovación y el capital humano como herramientas con la que generar ventajas competitiva en el mercado: Se necesita una mayor inversión, pero esta inversión desembocará en un crecimiento más rápido y sostenido en el tiempo de las ganancias de la empresa.
Como es lógico, el desarrollo de la economía del conocimiento no solo se está enfrentado con empresas de un mismo sector a nivel nacional, sino a nivel mundial. La economía digital y transformación digital son oportunidades para expandirse, así como para generar empleo cualificado de jóvenes, tanto en startup/s como en empresas ya consolidadas.
Por tanto, la economía del conocimiento es una de las mejores herramientas para sobreponerse a una crisis económica. Pero para aplicarla, será necesario invertir en investigación, tecnología y capital humano. De esta forma podrá proporcionar resultados a medio y largo plazo.