Teoría de la Elección Social y la Paradoja de Arrow

La vida cotidiana obliga a tomar decisiones, en una fiesta familiar, en una reunión de la oficina, en el taller, en la escuela, debemos elegir. Y lo primero que pensamos es en “votar”, ya que consideramos que esta acción representa nuestra voluntad. 

Imaginemos que una madre lleva a sus tres hijos comprar un postre, pero solo le alcanza para comprar un sabor de los tres que quedan en la tienda y les propone a los chicos ponerse de acuerdo y elegir, entonces:

  • Obtenemos entonces un triple empate y cada chico se niega a modificar su elección, por tanto, la madre decide dejar de comprar postres y compra manzanas para cada uno que son más saludables. 

Teoría de la elección social 

La Teoría de la Elección Social (TES) se preocupa de la relación entre los individuos y la sociedad; en una perspectiva normativa busca mirar como desde los deseos de la persona se pueden construir decisiones sociales. Esta teoría aborda una respuesta a los fallos de mercado (externalidades y bienes públicos, distribución del ingreso e incertidumbre). A través de un proceso político democrático es posible hallar un consenso, reflejados en una función de bienestar social o bien común.

Síntesis del teorema de Arrow

Kenneth Arrow aborda ciertos principios en su “teorema de la imposibilidad” popularizado en su libro “Elección social y valores individuales” (1951). Los tres primeros criterios tratan el tema de la racionalidad, para distinguir las decisiones individuales de las sociales; las cuales son:

  • Transitividad: si se prefiere A a B; y B a C, entonces se prefiere A a C.
  • Universalidad: supone que se pueden elaborar tantas combinaciones como sea posible. 
  • Reflexividad: indica que una alternativa está relacionada consigo misma.

    Arrow añade dos criterios imprescindibles para entender que un modelo de elección es democrático: no dictadura y no imposición.

El resultado axiomático es que ninguna regla de elección social puede satisfacer simultáneamente dichas condiciones (véase el ejemplo). Es imposible trasladar todas las voluntades individuales y transformarlo en la voluntad que deje a todos satisfechos. 

La única manera de establecer el mejor sistema de elección en un mundo real sería reduciendo o relajando la lista de propiedades que se exigen en las reglas de decisión. Así tenemos: 

  • Los esquemas políticos bipartidistas, satisfacen las condiciones paretianas de eficiencia al no ser necesaria la aplicación de criterios de transitividad.
    Por ejemplo el sistema de elección norteamericano, se elige de entre dos partidos (Republicano y Demócrata), sin embargo, el presidente electo no es aquel que tenga la mayoría del voto popular sino, aquel como resultado de la elección indirecta a través del Colegio Electoral. El hecho de preferir la elección directa a la elección indirecta en el caso norteamericano modificaría el resultado, en especial cuando existe mínimas diferencias entre los candidatos.
  • Diferente es el contexto en nuestro país que contempla el sistema de segunda vuelta, en los cuales puede ocurrir que quien obtenga el poder no sea necesariamente aquel que fuera preferido por la mayoría. La razón de ello es muy clara. La ausencia de transitividad en las preferencias del electorado permite que en determinados supuestos pase a segunda vuelta un candidato por el cual una gran mayoría no votaría, pero que sin embargo obtuvo suficiente votación como para asegurar su participación en ella. (Caso de EG 2021)

     

Es imposible garantizar que un sistema político funcione bien bajo todas las circunstancias, de hecho, la democracia no es perfecta, sin embargo, sí es posible encontrar muchas oportunidades de mejora. El gobierno puede no ser perfecto, pero es perfectible.

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